"UN LIBRO SIN TÍTULO"

"SIN TÍTULO" 

Capítulo 21 - Llegada a Auschwitz

Todos estamos confundidos.  Observo el lugar donde nos encontramos.  Fijé mi vista mecánicamente en un cartel que decía "Arbeit macht frei" (El trabajo libera).  Se ve un alambrado, pero diferente del ghetto.  Sentí un gran temor, porque nos están separando de nuestros padres y hermanos.  El soldado S. S. manda ponernos en filas de a cinco.  No sabemos el significado.

-¡A la derecha!  ¡A la izquierda!, grita el nazi, insulta y amenaza.

La atmósfera olía a algo siniestro, ¿por qué estas separaciones?  El pánico se extiende en los ánimos, pero el que protesta cae muerto en el acto.  Los alemanes lo demostraron con rapidez.  La gente quiso protestar, pero sin éxito, además para rebelarse se precisan fuerzas o armas.  Nosotros no tenemos ni lo uno ni lo otro.

Doy vuelta la cabeza y, ¡qué veo!  Detrás del alambrado se ve gente harapienta, parecen personas dementes, son mujeres...  ¡Sin pelo!, ¡descalzas!  ¡Esqueléticas!  ¿Quiénes son estas mujeres?  Nos hablan pero no las entendemos.  Mientras tanto los alemanes señalan, separan.  Ya me toca a mí:

-¡A la derecha!  Grita el nazi.  Tiemblo por mamá.  ¿Qué crimen cometimos para que nos traten así?  ¿Cómo describir las dramáticas separaciones de seres queridos?  Le toca a mamá.

-¡A la derecha!

¡Gracias a Dios!  Estoy con mamá, recogí todo mi valor para no expresar mi alegría a gritos.  Pase lo que pase, por lo menos estoy con mi madre.

Observo que la gente que va al lado izquierdo está demacrada y tiene aspecto enfermizo.  Inmediatamente pensé en papá y en mi hermano.  ¿Dónde los llevan?  Es una lástima que papá no se afeitara antes de bajar del tren, parecería más joven y fuerte.  Pero así con la cara demacrada y enfermo como él está, posiblemente le darán un trabajo más liviano.  Tengo una gran duda: si mi hermano está con papá.

(Más tarde supe que lo separaron de mi hermano.  Fue uno de los tantos a quienes se les indicó que se dirigieran al costado izquierdo.  Todos los que lo hicieron fueron asesinados, ya que iban directamente a las cámaras de gas).

En este momento nos están diciendo que tenemos que dejar absolutamente todas nuestras pertenencias porque nos darán otras.  ¿Oímos bien?  Sí, estamos oyendo perfectamente porque lo repiten varias veces.  Algunos preguntan también si hay que dejar el pan que trajeron consigo.

-¡TODO!, grita el nazi.

Con gran tristeza dejamos todo lo que habíamos traído del ghetto.

Me da lástima dejar el álbum de las fotos, el tejido...  Me costó tanto trabajo sacar el dibujo.  En fin, ahora tenemos que tirar todo, por cualquier lado.  ¿Por qué hacen esto? ¿Necesita alguien nuestras pertenencias?  Después de estar tantos años en el ghetto, nuestras cosas carecen de valor.  Mi mente no entiende, ¿por qué se empeñan en sacarnos lo poquito que trajimos con nosotros?  Entonces, ¿el pan blanco de papá?

Ahora oigo otro anuncio, dicen que luego nos devolverán todo lo que nos pertenece, que ahora nos llevan a los baños para hígienizarnos.  Por supuesto, ¿cómo podría pensar que los alemanes precisaban nuestras humildes cosas?  Por alguna razón nos hicieron poner en las mochilas nuestro nombre y apellido.  Qué tonta fui en preocuparme, pero creo que no fui la única en pensar así.  (Esto también fue un engaño).

Nos llevan a los lavabos.  Delante de nosotras aparece una mujer corpulenta, nos grita, parece una fiera, nos indica, no comprendemos.  Pero ella sigue hablando, pongo más atención y la oigo perfectamente.

-Lo principal es la obediencia, ustedes no vinieron a un balneario sino que están en Auschwitz.  Esto es un campo de concentración y la única salida es por la chimenea.  Hasta ahora no comprendimos completamente el significado de sus palabras.  Pero ya lo sabremos.

A nuestro alrededor están los nazis cuidándonos.  Están por todos lados. ¿Qué miedo nos tienen?  ¡Esto es ridículo!  Uno no puede dar crédito a los propios ojos.  Y estas mujeres tan bien vestidas, ¿quiénes son?  ¿Por qué se comportan de este modo?  Si nos hablasen con un poco más de delicadeza, ¿no sería lo mismo?

Los alemanes están apuntándonos con sus armas.  ¿Qué quieren de nosotros?  ¿Acaso cometimos algún crimen?  ¿Por qué nos gritan de este modo?  Solamente un loco podría pensar que nos podemos rebelar.  Mirándonos las caras demacradas y sin fuerzas, un soplo de ellos es más fuerte que cualquiera de nosotras.

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