Enrique Benkel

Hermano de Ana y sobreviviente del Holocausto

Fecha

Acontecimiento

 

1925

Nace Enrique en Lodz, Polonia.  Primer hijo de Rifka Bocian y Henoj Wolf Benkel.

1940

Es recluido en el Ghetto de Lodz junto con su familia.

1944

Es llevado al Campo de Concentración y Exterminio de Auschwitz, junto con sus padres y su hermana Ana.

A Enrique y a su padre los separan de su madre y de Ana al llegar a Auschwitz.

Los nazis asesinan a su padre

1945

Enrique es liberado el 7 de mayo, día de su cumpleaños.

1947

Llega a Uruguay y se encuentra con sus tíos y a los poco meses con su hermana Ana.

1948

Comienza a componer música y escribir letras hasta el día de hoy.

1988

Publica el libro "B - 10279"

  Enrique tiene 3 hijos y 5 nietos
2006 Ana fallece el 7 de enero
  Enrique fallece el 7 de Marzo
 

El 7 de enero de 2006, a la edad de 79 años,

 Ana Benkel de Vinocur

parte físicamente, dejando su marca en el mundo, una marca que perdurará por siempre, una marca en las almas y espíritus de decenas de cientos de personas de todas las edades, pero sobre todo de estudiantes de escuelas primarias, secundarias, Universidades, agrupaciones de educación formal y no formal, instituciones judías y gentiles, de Montevideo y a través de toda la República Oriental del Uruguay.

Quienes escuchaban su testimonio ya no podían olvidarla jamás.

Su objetivo fue esclarecer, difundir y educar sobre sus experiencias vividas en el Holocausto, sin odio, sin rencor, siempre con su perfecta sonrisa en el rostro, y con su mensaje de bondad. Era una fuerza de la naturaleza, soldado en la vida y en la muerte contra la cual luchó dignamente dejando a todos azorados por su inquebrantable voluntad de vivir aunque los dados estaban echados.

Fue Secretaria General de la Institución Centro Recordatorio del Holocausto y Soc. Amigos de Yad Vashem durante décadas a través de las cuales se convirtió en representante y símbolo de los sobrevivientes del Holocausto.

¡Qué privilegio fue tenerte en la familia Ana Vinocur y qué tremendamente difícil es extrañarte!

Una pérdida de esta magnitud no sólo enluta a la familia sino que enluta a la Humanidad toda. Y tuvimos condolencias del mundo entero. Jamás ella podría haber imaginado la repercusión de su mensaje en países distantes en el mundo, y las palabras describiendo lo que ella era por parte de gente que la conoció o no, pero leyó sus libros o miró sus videos.

Estaba tan vibrante y repleta de vida que su partida era inimaginable. Siempre llena de proyectos, su espíritu juvenil nunca dejó de sentir curiosidad de aprender cosas nuevas y nos dejó la responsabilidad enorme de continuar con su obra.

Eras una estrella brillante que iluminaba a todas las personas a quienes con tu luz tocabas.

Y con la influencia de tu luz trabajaremos por tus ideales de educar, de recordar y no olvidar.

Así será... 

2006

El 7 de marzo de 2006, a los dos meses exactos del fallecimiento de Ana Vinocur, a la edad de 80 años,

Enrique Benkel

parte físicamente dejando también su marca en el mundo...

No pudo soportar la separación de su hermana. Vivieron juntos antes de la guerra, sufrieron juntos el peor horror de la raza humana y lo vivieron con Dignidad con mayúscula.

Sobrevivieron la Shoá y se reencontraron para no separarse jamás. Tuvieron su mundo aparte, un mundo en el que la palabra Hermano, Hermana tenía otro significado y murieron juntos.

Fue un hombre extraordinario, un ángel en la tierra, un ángel que no podía vivir sin su hermana. Ambos transmitieron mensajes que quedarán para la posteridad y para toda la Humanidad...

Que en Paz descansen los dos...

Carta a mi querido tío Enrique Benkel - Z”L

Querido Tío… mi super tío… o como te decíamos en familia:  “ Feiper” - Z”L

Definir en pocas pinceladas a pocos días de su fallecimiento, a quien quise casi como a un padre, es muy difícil.

De inmediato se vienen a la mente conceptos como Dignidad, Coraje, Bondad, Rectitud, Humildad, y Amor. Esas virtudes brillaron en ti no sólo en las peores condiciones de la guerra sino a lo largo de toda tu vida y ese heroísmo impresionante también lo manifestaste en la cama del sanatorio, desde donde finalmente partiste.

Quiero expresar aquí un relato simbólico de esas virtudes. Hubo muchas ocasiones en las cuales hasta arriesgaste tu vida, pero éste me hizo brotar las lágrimas cuando, tu hermana… mamá… Ana Benkel de Vinocur - Z”L - me lo contó la primera vez hace muchísimos años.

Desde ese momento mamá, cada vez que podía, lo relataba en público y tu siempre decías que no tenía por qué contarlo; era simplemente natural.

Ocurrió en el Ghetto de Lodz. Un día llegaron nazis al taller donde trabajaba mi tío. Él era muy jovencito y pequeño en su contextura física y estaba a cargo de máquinas muy grandes (de hecho después de la guerra trabajó con maquinaria que inclusive él mismo creó) y los nazis se sorprendieron que alguien de tan corta edad pudiera manipular esa maquinaria.

Le tomaron fotos. Y resolvieron que durante dos semanas había que darle un suplemento en su ración diaria; una sopa bien espesa de comida nutritiva y no la casi burla de sopa aguachenta que todos recibían.

Ese plato de sopa espesa significaba Vida, ya que en ese entonces el hambre los atormentaba sin cesar. Pero desde la primera ración mi tío llevó ese plato a su casa y le dijo a su madre: Mamá agrega agua y una papa y vamos a comer todos juntos”.

Mi abuela, le dijo: “Herschale mejor cómelo tú, que al menos uno de nosotros esté bien alimentado unos días” Pero mi tío no aceptó y durante las dos semanas en la cual a él le reforzaron su ración él no comió a solas como un animal denigrado, sino que llevaba a casa esa ración y la compartía con su familia…

Hiciste tanto en tu vida, no te quedaste en los recuerdos. Formaste una familia sólida, impresionante, maravillosa, esposa, hijos, nietos, de la cual estabas muy orgulloso. Tu cara era tan luminosa, bondadosa como la de un ángel, esa sonrisa, esos ojos mostraban tu alma e impactaban al verte.

Trabajaste por la memoria de la Shoá incansablemente, dentro del Centro Recordatorio del Holocausto, junto a tu hermana. Brindaste testimonio en colegios, para Steven Spielberg y también en los medios. Y compartiste todo con tu hermana… siempre.

Escribiste canciones sobre la guerra, sí, pero también canciones de amor… canciones por la Paz… canciones para Israel, las grabaste con orquestas sinfónicas, hiciste un video con algunas de esas creaciones y tu hermana era la que cantaba.

Cumpliste la promesa de confeccionar bombones, luego que te jubilaste, también junto a tu hermana.

Mamá y tú tenían la misma estirpe, dos ángeles luchadores, dos gigantes, dos soldados. Los dos eran uno sólo. Cuando uno decía del otro, Mi hermano…Mi hermana… esas palabras tenían otra fuerza, otro significado.

Tus hijos dijeron, y todos coincidimos: Vivieron lo peor juntos, después de la guerra se reunieron y estuvieron juntos… y murieron juntos.

Cuando mamá partió repetías con mucho énfasis, sílaba por sílaba: “Éramos inseparables” y repetías “Inseparables” Nunca imaginé el significado que tendría esa palabra en realidad, inseparables en la vida e inseparables en la muerte.

Rita Vinocur de Haim

 

 

De la mano se los vio caminar. Juntos. Dos criaturas por el mismo sendero a veces de seda, pero a veces piedra.

Nacieron para ser compañeros de travesía y así como llegaron se fueron juntos con la inocencia que les arrebataron, a jugar en el jardín de lo eterno.

Niña y niño, hermana y hermano, hijos de la vida, títeres del destino que fueron unidos con la misma cuerda. Aquel lazo que los hizo fuertes, que les recordó que no estaban solos aún cuando la muerte compartía su misma habitación.

Ni el frío más quemante, ni el metal más punzante pudieron contra ellos. Porque fueron uno, dos historias y dos seres pero con una sola alma, alma que vivió y que vivirá por siempre.

Porque el tener con quien caminar nos ayuda a mantenernos de pie, porque como Ana y Enrique el permanecer unidos nos vuelve fuertes, nos hace eternos, indestructibles.

Con todo mi corazón,

Elián Stolarsky

 

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