Año

Anécdotas

 

 

1973

Carta recibida de Carlos Vida, un cristiano de la Argentina donde subraya que nació el mismo día cuando Ana llegó a ver la Libertad, el 3 de mayo de 1945.  Felicita por el libro "Sin Título".

1975

El Prof. Reyes Abadie comentó que después de terminar de leer la obra de Ana,  tuvo que tomar una ducha.

1977

Gracias al diario “Forward” de New York,  que comentó el libro “A Book  Without a Title”, Ana se encontró con amigos después de más de 40 años.

1978

El pintor Sr. Maiche  de Montevideo, después de leer el libro de Ana, tuvo la imperiosa necesidad de pintar un enorme cuadro de su imaginación sobre la llegada de los judíos a los campos de concentración.

1981

“Mabat” de Guatemala, publicó en un museo, frases del libro de Ana.

"¿Acaso existe un título capaz de contener y expresar un relato sobre asesinatos en masa y exterminio de un pueblo?"

1984

Después de leer el libro “Sin Título”, la gran poetisa Sra. Gloria Vega de Alba, escribió un hermoso poema que fue publicado en el Semanario Hebreo.

1990

Encuentro con el Premio Nobel de la Paz. Prof. Elie Wiesel  en Montevideo, en Kibón, con representantes de la colectividad:

Cuando Elie fue invitado a Alemania a hablar para la juventud alemana, pronunció las siguientes palabras:

Schtiler, Schtiler, lo mir schvaigen.  Una hermosa canción del compositor Kachergiñski.  “Silencio, silencio, callémonos...” .

El contenido trata de una madre escondida durante la guerra nazi con su hijito.  Le pide por favor  “no llores ni te rías, eso puede traicionarnos”

Casualmente, Ana había grabado esa misma canción en un disco que obsequió a Elie Wiesel.  Cuando lo hizo,  ambos empezaron a cantar a dúo en Kibón (actualmente Sea Garden).

1996

Después de más de 50 años decidimos viajar con jóvenes a Polonia a la “Marcha por la Vida.”

Cuando estuvimos frente a la plaza Bazarna, nos acordamos que en esa misma plaza fueron colgados 18 hombres por los nazis.  Ahora vimos hermosas flores, árboles, niños jugando como si nunca hubiera pasado nada en ese sitio.  Si esta plaza pudiera hablar...!!!

1998

Estando en un negocio una señora reconoció a Ana  por su voz.

Otra persona desconocida que se había equivocado del número telefónico, le preguntó si por casualidad se trataba de Ana Vinocur.  La había reconocido también por la voz, ya que la había escuchado por la radio.

1999

El Prof. Gerardo Stawski realizó un trabajo fílmico muy importante.  Reunió a muchos sobrevivientes y con sus testimonios se formó una buena película con el título “A pesar de Treblinka”

La sorpresa se la llevó Ana, cuando el Director le pidió que cantara en  esa película la misma canción que le cantó a la “capo” en el campo de concentración  de Stutthof.   Una canción polaca: Marushka.   Después la "capo" le tiró un trozo de pan, porque le gustó mucho esa canción.

2004

En el “Festival del Cine Judío” que se realizó en Punte del Este, Ana conoció a mucha gente, pero lo que menos se imaginó era conocer a la famosa actriz Graciela Borges.

Actualmente quedaron amigas.  Ana le obsequió un ejemplar de uno de sus libros.  Graciela ya la llamó por teléfono desde Buenos Aires,  dejándole su dirección y teléfono y pidiéndole que cuando visitara Argentina no se olvidara de llamarla.

Muy emocionada le habló de su libro.

2005

Ana recibe un mail muy emotivo...

Ana:

No tienes idea de lo maravilloso que ha sido conocer tu rostro, el que durante años fue anónimo para mí, pero tu nombre ha vivido en mi mente, en mis recuerdos por mucho tiempo.

No sé por donde comenzar, pero lo primero que quería que supieras al leer esto es la emoción que tengo,  a continuación te diré porqué.

En 1987, en ese entonces yo tenía 8 años, buscaba entre los libros de mi madre algún cuento o historias que leer, siempre estaba en busca de algo, cuando encontré tu libro "Sin título", la foto de la portada fue lo que llamó mi atención ya que no tenía idea de porqué esos niños se veían así.

Pensé que estaban abandonados, abrí el libro en busca de más fotos, pero solo encontré texto, letras sin sentido  así que supuse que ahí estaba la explicación de la foto.

Me senté en el suelo e inmediatamente esas letras comenzaron a tomar forma, la forma de tus palabras, de tus pensamientos que comenzaron a introducirse en mi mente...

En ese momento no sabía que lo que tenía en mis manos era un símbolo de valor histórico, que hoy como adulta es lo que comprendo, en ese momento tu libro era para mí como si te tuviera enfrente y me estuvieras platicando como lo hacía mi abuela y sus historias del México antiguo de la Revolución.

Ese libro fue mi acompañante durante el tiempo que lo leí, lo traje conmigo siempre, antes de dormir, en mis ratos libres, lo llevaba en mi bolsa para la escuela, sentada en la cocina mientras mi madre preparaba la comida, sentada en el suelo (mi posición  más cómoda y favorita en aquel entonces) o en la casa de mi abuela por las tardes.

Con ese libro lloré e incluso tuve ganas de darte un abrazo para consolarte cuando leí que tu madre murió, reflexioné, me surgieron muchísimas dudas...

Recuerdo que le preguntaba muy preocupada a mi madre si eso podía pasar nuevamente, le decía:

  • Mamá, ¿eso puede volver a suceder? ...

Ella me decía que mientras la gente no volteé su rostro a Dios, todo puede pasar, esa siempre fue su respuesta.

También le iba platicando lo que leía... hasta que por fin llegó el momento de terminar mi lectura, he de confesarte que lo leí más de tres veces y que volvía a llorar cada vez porque encontraba detalles en los que anteriormente no me había fijado.

Mi interés por leer siempre ha sido latente, pero el primer libro que leí fue el tuyo. Hoy te doy las gracias porque sin saberlo, yo estaba recibiendo una gran lección de vida al interiorizar tu historia.

He leído muchos libros de todo tipo desde aquel entonces, pero a tu testimonio le guardo un cariño muy especial, de hecho es un cariño enorme porque hoy recuerdo los lugares, los momentos, las respuestas que me daban mi madre y mi abuela a las preguntas que yo les formulaba mientras tu me platicabas (por decirlo de alguna manera); con decirte que gracias a ello conocí a una de mis mejores amigas (Mara) porque ella leía otro testimonio de otra sobreviviente, así que intercambiamos lecturas y desde entonces nos hicimos excelentes amigas, hace años que no nos frecuentamos porque estamos en ciudades diferentes, pero la amistad sigue.

Al paso de los años, mi interés por encontrar respuestas a tan grande barbarie motivó a que investigara y conociera más testimonios, incluso tengo películas, libros y artículos que hablan de la Shoá, el antisemitismo (no exclusivo del nazismo) sin embargo he comprendido que no hay respuesta ante la estupidez humana; pero ello me ha enseñado tantas cosas.

Soy una mujer cristiana que desde los trece años participo en la formación espiritual de niños que se preparan para el sacramento de la comunión y tu testimonio me ha servido para que esas generaciones reciban, como yo, una lección de vida.

En alguna de las limpiezas de armario llevadas a cabo por mi hermana, perdí mi libro favorito (el tuyo) hace ya algunos años, no había querido reponerlo porque el objeto en sí también fue importante para mí.

Ayer que decidí buscar en una librería a través de Internet, me encontré con tu página y al ver tu imagen en la página de inicio fue remontarme a la infancia, a mi inseparable libro y tus palabras que llenaron mi corazón.

A mi madre varias personas le comentaron

  • "¿cómo es posible que dejes leer a la niña esa lectura inapropiada para su edad?" o

  • "¡Eso no lo puede leer la niña!"

Ella me dejó elegir y fue muy sabio dejarme conocerte.

Me encantaría que respondieras a mi correo, sería un gusto enorme recibir retroalimentación de tu parte, ya que eres todo un símbolo para mí.

Ana, Anita... Muchas gracias.

Leslie Meza

México

 

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